En muchas ocasiones somos responsables de nuestras malas decisiones, pero a veces confiamos en quien no debemos. Abrimos el corazón y depositamos nuestra confianza en personas que no saben apreciar el valor que tenemos.
Cuando esto pasa creemos que es el fin del mundo, que ya no queda nada por qué luchar. Pero es ahí cuando debemos confiar en Dios, cerrar los ojos y depositar tus cargas en EL.
Porque hay algo que nunca puedes dejar que nada ni nadie te quite. Es tu fe. Tu voluntad de vivir, tu voluntad de luchar. Porque cuando todo el mundo te diga que ya todo esta perdido, es ahí que Dios se levanta y te dice HIJO AQUI ESTOY YO deja de luchar esa batalla, déjame luchar por ti.
Aunque todos te fallen, aunque todos te traicionen, aunque todos te mientan, te engañen, aunque el mundo entero te de la espalda, estará Dios con sus brazos extendidos hacia ti.
Porque El vio tu sufrir, el vio tus lágrimas, vio tu dolor y el solo espera que clames hacia EL.
Porque aunque la vida te ponga en mil pruebas, y mil batallas recuerda que la final siempre estará Dios esperando que clames hacia EL.
Quizás ahora no entiendas el por qué de las pruebas, quizás hasta digas ¿Y por qué
a mí y no a otros? Solo te recuerdo una cosa, cada prueba te acerca más a Dios.
Cada prueba moldea nuestro carácter, nuestro espíritu de lucha y principalmente nuestra fe...
Decirlo y escribirlo es fácil, no dejes nunca que el enemigo te quite tu bendición, eres más valiente y valioso de lo que tú mismo puedas imaginar…
Porque este camino de bendiciones es solo para los valientes, y tú eres uno de ellos… eres muy especial para Dios y todas las cosas que te suceden en tu vida tienen un propósito de ser.
Recuerda que eres dueño de tu vida, y de tus propias decisiones, pero eres el único responsable de las consecuencias que puedas tener de esas decisiones.
Nunca apartes tu mirada de Dios, y aunque creas que EL no esta junto a ti, siempre lo esta.
Yo siempre digo que Dios es como el viento, no lo ves, pero se deja sentir a cada instante.
